26.11.12

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11.12.11

OFERTAS INTEMPESTIVAS




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Felices fiestas,
--
EI


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10.11.11

Presentación de "Filosofía de las canciones que salen en el radio" de Pablo Fernández Christlieb




A través de letras y reiteraciones en la "onda" colectiva que recorre

el aire y que es la radio, el autor desprende reflexiones fuera de serie

acerca de la cultura cotidiana y del pensamiento colectivo que prefigura

o se dibuja en su música, especie de sonsonete que llevamos

–más allá de la voluntad- adentro... ¡Los esperamos!



3.2.11

Invitación a la Presentación en QUERÉTARO



FIL Guadalajara-II






FIL Guadalajara






Presentación DONCELES 66



Agradecemos la iniciativa de Nadir Chacín en este y otros eventos
relacionados con la promoción y presentación de la
Antología mínima del orgasmo.

Tertulia orgásmica






2.2.11

PROCESO orgásmico



Ediciones Intempestivas invitó a 60 escritoras, de distintas generaciones y países, a construir una antología que abordara el tema del orgasmo desde la poesía, la descripción, la crónica, el cuento, la alegoría, el ensayo, el devaneo, el poema en prosa, el aforismo, la minificción o cualquier otra forma que expresara en una cuartilla inédita ese imprevisible momento en que se densifica la vida.
Así fue como dio inicio este intenso y placentero proyecto editorial que al cabo recibió colaboraciones de 51 autoras de edades, trayectorias y nacionalidades diversas.
La respuesta de las invitadas, además de numerosa, se convirtió casi siempre en un proceso dinámico al poder establecer con ellas un vínculo para precisar la extensión, temática o tono de los textos.
Orgasmos de todo tipo (recién hechos, recordados, imposibles, rabiosos, nostálgicos, festivos o tristes) conviven en este libro colectivo en su mejor acepción, pues al tener contacto con cada una de las escritoras y al seguir juntos paso a paso el proceso de su hechura, la sensación de presencia (de pertenencia) hace que Antología Mínima del Orgasmo sea un libro unitario a pesar de su evidente variedad.

Ediciones Intempestivas entrega su primer volumen antológico en espera de que sea un talismán para seguir ganando lectores.


Héctor Alvarado

AUTORAS de la Antología mínima del orgasmo



Invitación PRESENTACIÓN MTY



Presentación de Coral Aguirre


Con la participación de 51 mujeres escritoras que llegaron a la cita propuesta por Héctor Alvarado y Livier Fernández a propósito del tema EL ORGASMO y cuya publicación en Ediciones Intempestivas festejamos.

Su lectura me deslumbró. De inmediato pensé en la proposición de Freíd Qué quiere una mujer, la cual halla aquí si no su respuesta, una red posible, una señal, quizás el umbral desde donde se puede atisbar un aroma, un volumen, una textura de aciertos.
Una mujer, una sola, particularísima, cada una otra, cada una ni yo ni tú, ella. Qué quiere una mujer se vuelve así un caleidoscopio, no una fórmula, una multiplicación infinita de espejos que siempre remiten a un nuevo Orden, a una nueva Mujer.
Y comienza el banquete. Las citas no son cronológicas sino como las recuerdo.

El Eros a solas,
Luego hacia el lado contrario advierto apenas el cruce en la piel; imperceptible me distrae de la lectura abriendo el paso al hurgón en que convierto mis manos y atizo…
el acto fortuito,
Aparte yo ni soy lesbiana, güey, nunca había estado así con una mujer
el sexo más que dos
¿Cuál es el problema con la entrega inmediata? Algunos le llaman orgía.
como milagro, intempestivo,
Se dio la vuelta y entregó mi orgasmo a la enfermera quien diligente lo envolvió en pañales,
Oscuro, indeseado y sin embargo listo para renacer
hasta que no me quedó más remedio que lanzar un grito como de recién nacido
con la lucidez del riguroso aprendizaje,
Tienes que aprender a dejar ir sin desear, dijo y cerró los ojos de nuevo. Miré la puerta entreabierta, observé a Puchung y decidí quedarme
O bien apostando al juego, y no obstante a un azar previsto
Mueve tu ficha y ganas, nena, mueve tu ficha: no importa mucho con quien vueles, si algo tienen las buenas jugadoras es saber moverse.
Bajo la insólita aparición de la carne trémula, la caricia más íntima.
Mi abuela nunca malició sobre mi maña de treparme en la poltrona nueva, con su asiento duro y rasposo…
y también la erótica condición libertaria haciendo paráfrasis
Yo no nací para uno/ procuro más lo diverso
Reconociendo la orfandad del encuentro, lo cotidiano al revés,
Me llenas la carne de dientes y yo deseo que tenga sabor a canela como la taza de leche que recién te di.
Y el paso de la edad
La memoria me juega malas pasadas: algunos detalles se me han perdido a causa de la erosión…
O los malos entendidos cuya ironía provoca risa y espanto.
Pero no estaba hablando de un precipicio real, carajo, en abstracto, Raschid, en abstracto, pero él ya se las arreglaba para dejarla colgando en el vacío, aferrada al tubo del balcón…
Imposible citar cada asombro, cada risa, cada complicidad. El placer de recorrer este material es tan erótico como la mayor parte de su contenido. Imposible nombrar uno a uno todos sus atajos y sus revelaciones.
Difícil para mí entonces subrayar algunos textos en detrimento de otros. Aquí, en este volumen se sueña fuerte y se confiesa hondo, se juega con el milagro de los encuentros fortuitos, únicos, solos, desprovistos, múltiples, dolorosos, ambiguos. Con la madeja de las células y su insólita permanencia desde ese omnipotente universo que nos doblega a hombres y mujeres.
Pero no queda allí el deslumbramiento. Estas creadoras desconocen a propósito el desafío temático, para hacer de él, la epístola, la crónica, el ensayo, el cuento, el poema, retorcerle los cuernos a la ortodoxia y amanecer con un desacato a lo previsible.
Se diseña sobre la página, se cruzan ondas y caídas, volúmenes y planicies, se entrecruza la palabra, se desbanda en paralelas, en anillos y no sólo eso, también se sueña lo imposible, se arranca la memoria de las cosas para plantarlas en la blanca epidermis y sacudirla. Quiero decir, la epidermis de la página. La escritura se engolosina con la palabra y al nombrar se practican las autopsias y los diagnósticos de un modo raro, se aprende la letra por primera vez, se memoriza, se incluyen archivos venidos del cuerpo, de las resonancias de otros tiempos, de los subsuelos de la memoria, que no es memoria psíquica sino orgánica, presa en los recovecos de la sangre, la bilis, la saliva, la vagina. La palabra es sobresalto y es caricia.
Tampoco este es el último limen, porque si se trabaja sobre el misterio del orgasmo o su imposibilidad, es hasta las últimas consecuencias, hasta su injusticia social, hasta su fábula y sus mentiras, hasta aquella manera de conseguirlo de a dos y desde lejos. Se quitan las telarañas de la ley para emprender una nueva, una ley eroflexible. Se conforma una topografía, se trazan los itinerarios, los obstáculos, los deslizamientos. Uno advierte los riesgos puesto que las novedades se suceden de modo tal que cada protagonista sabe que se ha lanzado a una exploración de la que no se regresa y que tampoco tiene fin.
De modo que se concluye, como el climax de un coito sobre la arena o sobre las sábanas, en la mesa del desayuno, o en la casa materna, en el puro texto con el sabor de la incompletud, imaginando que la muerte chiquita ha sobrevenido en el ritmo, en el jadeo, en la membrana, nunca en la palabra.
Porque nada cierra aunque se use la llave de cerrar puertas.
Entonces la lectura se amansa junto con la escritura, se incurre en indicios y en confesiones. Al sesgo, al desgaire, como si no se advirtiera la magnitud de la empresa, por eso a veces el pitorreo al hombre, a sí misma, o a la propia escritura.
Y después el primer descubrimiento.
Hay una ausencia flagrante. Por oposición, hay un cuerpo que permanece abierto, íntegro todo el tiempo. Es el de ella. El que no está, no aparece en la mayoría de los textos es el de él. Acaso su miembro alguna vez, acaso su aliento, apenas. Y luego la desenfadada índole de la propia carne que va y viene, que propone y se cansa y se agita y se aletarga…y sueña. Pero él es una sombra, vuelto fantasma se lo ve al trasluz, o transparente porque quien lo opaca todo el tiempo, es ella. Ella se mira más que mira, se descubre más que descubre, ella, oscilando de la entraña al corazón ida y vuelta. Imperativa en el acento verbal. Exigente, dando órdenes o reclamando. Esta mujer que verbaliza aquí, no propone condiciones, no subjuntiva ni futuriza, sobre todo, impera, imperativo, imperativa. Déjame, jálame, rasguéame… Pero de fondo a pesar de la utopía de las órdenes, abundan los pasivos...”la tenía recargada sobre un pino grande…” “Gozarse en el otro”…Y siempre los reflexivos “Me obsesioné” “Me deprimí” “Me miré”…Contradicción.
Segundo descubrimiento, si él es sombra, si es reflejo, ella está sola a pesar de la bacanal de los cuerpos. Y más plena, cuando goza a solas. El otro, el que no aparece, en todo caso es mirada que la completa, se vuelve espejo de parque de diversiones. Me refleja flaca, gorda, fea, bella, como me gusta, como no me gusta, una giganta, contra el piso, poderosa o aplastada.
Tercer descubrimiento, si él no es sombra es sólo unas manos. El sentido que prevalece, el tacto, el menos oportuno la vista. Porque cuando ella mira, lo he dicho, se mira, cuando oye, se oye, y cuando desea, se desea.
Finalmente, hay un solo hombre completo, es verdugo, otro es suave y triste, no tiene ningún impulso erótico, por ahí aparece una mujer poderosa pero miente, es un personaje que se remeda a sí misma, tramposo, discurre, mira y decide, pero no se completa, por el contrario, se añora. A lo largo del volumen, pocos iguales, pocos Aquiles y Pentesilea en el combate.
Por otra parte y a vuelo de pájaro, advierto que la herencia recibida aparece en un solo poema.
Piensa en una mujer fregando el piso con una jerga. La luz entra por la ventana como en un cuadro de Vermeer y ella se siente la mujer más miserable del mundo porque su ropa es muy muy vieja, su cutis es áspero y encima lleva puesto un mandil que la hace lucir como criada y a ratos gime para desahogarse pues sabe que es víctima de una injusticia: (la proposición anterior tiene forma de pera. Luego viene una larga línea horizontal)
Y ella es tu madre y ella es tu madre y ella es tu madre y ella es tu madre
Doloroso, la mujer que fue, a la que ninguna de estas, de hoy, de ahora, quiere parecerse.
Como saldo, final, o aspiración, desdoblada o única, sierva o ama, una suerte de ingenuidad sobrevuela la escritura. Una sonrisa niña a pesar de la soledad, la ira, el desencanto, la pasión o la esperanza. Como si se estuviera en el principio de algo innominado. Quizás lo que todavía no se nombra está en la persistencia de una expectativa póstuma, el encuentro, aunque más no sea consigo misma.
Además, si estas mujeres inventan el paraíso o el infierno lo hacen con humor, sin melodrama, airosas.
Así, la diversidad hace da cada texto una mujer y de cada mujer un texto nuevo, único. Y sobre todo es en el poema donde se inscriben las curvas del idioma, las curvas del alma, la herencia, la muerte, y también la denodada pasión de ser viva. Por su lado, la narrativa se arropa con lo inopinado, la vuelta de tuerca que desemboca en franca carcajada, o no, pero siempre con la extrema lucidez de sorprender y sorprenderse.
Por fin, quizás a causa de los intransitivos, percibo a una mujer sola, pero que de ninguna manera es Penélope.

Un agasajo. No hay desperdicio.

Coral Aguirre, Junio 2009.

Presentación de Eduardo Zambrano


“El orgasmo genera un estado alterado de la conciencia”
(Diario La Jornada, mayo 20 de 2009)


En realidad no sé, a ciencia cierta, cómo fue que Héctor pensó en invitarme para la presentación de este libro. Quizá porque apenas hace unos días me escuchó en una lectura ese poema llamado “Lencería de la diosa”, o quizá por la cita que en aquel entonces hiciera de Joan Foster (de su diccionario para ociosos), y que dice algo así como que “La concupiscencia – digan los moralistas lo que quieran- es la vida”.

Y creo que esta cita podrá servirme también para entrar en materia.
Pero qué voy a decir ahora de algo que no necesita justificarse sino simplemente cantarse, gemirse o aullarse en todo caso… renuncio entonces a un acercamiento concienzudo y transfiero mi lectura a una serie de apuntes, si acaso aproximaciones sobre esta Antología mínima del orgasmo.


1.

Antología mínima, ciertamente, pero muy completa, pues en estas páginas hacen muestra tanto el contar como el cantar, y pueden manifestarse (hasta sentirse) en una rica diversidad de géneros:

Los orgasmos líricos.
Los orgasmos místicos.
Los orgasmos metafísicos.
Los orgasmos heroicos.
Incluso algún orgasmo didáctico moral.
O los orgasmos anecdóticos, incluso históricos, que quedan grabados en una memorable efemérides de la intimidad.
Otros son los orgasmos del día con día, los cotidianos, también hay de esos.
Y por último (pero no al último) los orgasmos existenciales, esos que calan.
Conté entonces ocho tipos de orgasmos como si estuvieran dados al pelo para las ocho direcciones del aire.

“El orgasmo y la Rosa de los Vientos”, también se podría llamar así esta antología. Creo que hasta un lector despistado podrá identificar estas peculiaridades de las voces que conforman al libro.


2.

Algo que es obvio, pero que me entusiasmó redescubrir en estas páginas: la vista y el oído, que son los sentidos privilegiados en el mundo ordinario, de poco o nada sirven en el mundo profundo del orgasmo. En cambio el tacto, el gusto, o el olfato, son por mucho más valiosos. Incluso es evidente que la fantasía, en esta materia, es como ese sexto sentido que de alguna forma opera en nuestro interior.
No hace mucho leía en esa misma nota de La Jornada, que los hombres forzosamente necesitan recibir estimulación física, y que en cambio las mujeres, a través de ese sexto sentido de la fantasía, pueden alcanzar el orgasmo sin más andamios que el pensamiento lúdico.
La verdad, qué envidia.


3.

Más que un apunte, lo que viene a continuación es un contagio literario que alcancé a garabatear, a partir de esta lectura.


El aprendiz de alquimista

No reconozco más alquimia que el deseo
buscando transformar al cuerpo
en un punto luminoso
de efímera plenitud.
De la sombra de los días, a la rosa arcana
donde se olvida todo por un instante.
Sacar a la luz lo que estaba oculto:
el hueso púbico, la zona erógena, la llamarada
perdida…



4.

Quizá otra obviedad que prefiero ahora poner en boca de algunas lecturas complementarias, que me han servido de apoyo al preparar esta presentación.
Dos citas entonces de Karl Kraus:


En el lenguaje erótico también existen metáforas.
El analfabeta las denomina “perversiones"…

El deseo (el orgasmo) femenino se siente junto al masculino, como una epopeya
junto a un epigrama.


Enhorabuena, pues, por la convocatoria de Héctor y Livier, pero también un reconocimiento a las respuestas que hicieron posible el clímax de esta edición.
Agradezco además, haber sido invitado para compartir con ustedes esta noche.
Finalmente… una confesión ocurrida de la ocurrencia, pero no por eso menos válida.
Y es que la verdad, a cualquiera le hubiera gustado tener una participación más activa o más íntima en esta Antología mínima del orgasmo, pero bueno… ahora nos tocó verlo todo (leerlo todo) desde las barreras.
Como luego se dice: ganas tuve, y con ellas me entretuve.


Eduardo Zambrano, Junio 11 de 2009,
Casa de la Cultura de Nuevo León, México.

Presentación de Elia Martínez-Rodarte / ADICTAS AL ORGASMO


Existe una patología denominada Síndrome de Excitación Sexual Persistente que provoca en las mujeres un mecanismo explosivo.
Sufren episodios de orgasmos continuos: sonrojamiento, pulsión de la genitalia y ayayayayes: el aquelarre mayor del cuerpo femenino en pleno espontáneo.
Las mujeres que lo padecen sufren mucho. Ese mecanismo de vaciarse, de tremores continuos, es un síndrome bizarro, y lo único malo que puedo decir acerca del orgasmo. Lo mejor del placer, claro, es cuando nosotras mismas lo administramos.
Algo que habita tan profundo en nuestros dentros existe sagrado y más allá del lugar común.
Es la gloria de nuestros cuerpos y a veces bandera de la banalización: se dice orgasmo en voz alta y ahora hasta se ha convertido en el protagonista de la publicidad de condones: ella sentirá lo máximo al venirse.
Pero que la publicidad, maldita zorra, no nos coma en su fatuidad.
Mejor celebremos el orgasmo. Nos encontramos frente a la obra escrita de 60 autoras incluidas en esta antología de Ediciones Intempestivas.
Presenciamos las 60 pulsiones de mujeres en su jugo: condensado de vidas y pasiones, amores, odio, tedio, sinsabores, emociones…Cada una con su grito vaginal y antiguo: el que nos ha forjado como unas aferradas a la especie.
Somos al orgasmo, como somos al sexo y a la reproducción en un galanteo de plenas alegrías sin límite.
Porque de eso nadie guarda duda.
A todos y a todas nos encanta follar.
Me felicito a mí misma de haber estado en la mira de los queridos editores, al ser invitada de este libro y esta presentación. Contribuí con un texto, en el cual trucosamente manoseé una canción de nuestro santo patrono José Alfredo Jiménez.
Esta Antología Mínima del Orgasmo, que hoy se pone a su amable consideración, es el florecimiento de mujeres diversas e intensas que se han manifestado.
Encontraremos en estas letras el fuego que a todas, entrepiernas, nos gusta mirar ardiendo.
“Puedo contener todo el amor del mundo en estas piernas”, nos dice Amanda Durán.
Les mostrará la vulnerabilidad de nosotras como ser femenino: al mismo tiempo un raro fenómeno de la naturaleza, difícil de abordar y comprender.
“Lo debilita, lo amansa al recorrer uno a uno sus poros, lo constriñe al volverlo frágil semejante a la propia debilidad”: cito a la maestra Coral Aguirre.
Nos acercará a la mujer que fuimos, somos y seremos.
Cito: “Mi abuela nunca malició sobre mi maña de treparme en la poltrona nueva, con su asiento duro y rasposo”. Eve Gil.
Nos tomará de la cabeza, nos ceñirá de las ideas, nos pondrá de hinojos: sacudirá como el orgasmo mismo.
Dice Jane Adcock: “Del pelo rasguéame”.
Recordaremos el momento en que nos arqueamos: miramos al techo, apretamos y luego un chorro de luz.
Cito: “Viene un silencio a bajar por la espalda/
Un grito a subir por el cuello”, de Livier Fernández.
Encontraremos dicho en voz alta lo que todas imaginamos en involuntaria humedad.
“Ámame cuerpo a cuerpo mientras muerdo la fruta de tus senos”, del poema de Lucía Yepez.
Gozaremos del sitio lunar para acampar el alma tras un orgasmo.
Cito: “Es el origen y el rostro del gozo un baile de olas, mi sonrisa es plena. Y sola”: María Belmonte.
Gracias a Héctor y Livier por hacernos venir a este libro.


Elia Martínez-Rodarte/ Junio 2009